El puente.

- ¿Cómo lo haces?
- ¿El qué?
- Cruzar el puente, que si no. Yo no...pero ya quisiera.
- ¡Cómo! No puedo creer que nunca hayais cruzado el puente. Solo pones un pie y empiezas a caminar, no se ni como os lo explico.
- Me averguenza que lo hagas, pero debo preguntar a todo el mundo, para encontrar respuestas.
El joven cruzó el puente y pensó como su amiga no podía hacerlo. Se encogió de hombros y prosiguió su camino hacia Wenalias.
La chica se quedó sentada junto al árbol que había justo al lado del puente, el cerezo negro y muerto. Ya sabía porque aparecía en sus pesadillas. El terremoto, la luz naranja, el monstruo Sin Nombre, el cerezo y el puente. Todos se reunian cada noche para atormentarla.
Quizás si no hubiera huido, si no se hubiera rebelado...
No tendría que conocer la muerte, el dolor y la enfermedad. El aire olía a excrementos y le tiraba las cenizas contra la cara pero ella no cerraba los ojos. Era un simple puente.